Hoy al despertarme quise escribir algo pero parece que las palabras no podían salir y la inspiración parecía tomarse un respiro.

Así que continué con mi rutina diaria virtual, lectura de varios periódicos, mirar la página del banco, hojear algunas revistas, escuchar un poco de música y luego decidí apagar el ordenador. Al apagarlo miré mi móvil y me encontré con una foto que me envió mi hija con un mensaje que decía: ” La oruga ya es mariposa, hoy salió”

Cuando empezó las vacaciones de verano, su padre le regaló una planta llamada “asclepia” Esta es la imagen de esta planta.

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Asclepias curassavica

Las monarcas hembras ponen sus huevos únicamente en esta planta y luego las orugas se alimentarán de ella. Así empezó el proceso. Este mes mi hija está con su padre, por lo que todos los días me enviaba la evolución de su oruguita, yo disfrutaba con cada foto y su crecimiento iba despertando en mi infinidad de emociones, ilusión, impaciencia, miedo a que pudiera sufrir con su partida, y mucho respeto.

Hoy ha nacido la mariposa y con ella mucha alegría, agradecimiento y aprendizaje. Al principio esa larva aparece en un mundo enorme, que no es familiar para ella, tiene que destruir su propio huevo y devorarlo para convertirse en larva, una larva que comerá sin piedad todas las hojas que encuentre a su paso para convertirse en oruga. La oruga que se va moviendo por la planta, explorando el camino para luego subir a esa ramita que le servirá de apoyo para construir su pequeño refugio. Elige su rama, se cuelga de ella y mira al mundo en vertical para emprender un viaje de recogimiento y transformación. Un  viaje que terminará con la bienvenida de una linda y colorida mariposa.  Algo similar ocurre en nuestro proceso vital, nacemos y dejamos atrás ese útero cálido, se rompe el cordón umbilical y llegamos al mundo exterior para emprender la aventura de vivir. Ese bebé indefenso como esa larva que se convierte en oruga, come y duerme y poco a poco va se va haciendo más fuerte, crece y crece. Ese bebé se va transformando, nuestro cuerpo va cambiando. Es un cambió que no tiene fin. Los seres humanos estamos en constante cambio y evolución. Realizamos ese proceso de transformación infinidad de veces en nuestras vidas. ¿ Has sido consciente de ese proceso en ti? ¿ Cuándo sentimos que estamos preparados para tener ese espacio que nos permitirá avanzar? ¿ Será que estamos preparados cuando cambiamos la perspectiva y vemos el mundo “al revés” como lo hace la oruga?

Durante este proceso ha despertado en mi mucho agradecimiento, me doy cuenta que somos muy afortunados, tenemos la suerte de mutar cuantas veces deseemos y de transformarnos en algo bello. Detrás de cada oruga hay una mariposa y detrás de cada mariposa hay una oruga. Detrás de nuestras sombras hay luz y detrás de nuestra luz hay oscuridad. En eso consiste el juego de vivir, el juego de crecer. De ser capaces de transformarnos, de respetar nuestros tiempos, de ver más allá de la belleza. Una linda amiga me dijo: ” Detrás de esa fea larva hay una linda mariposa.”

Esto se aplica en la terapia, detrás de cada lágrima, detrás de cada dolor siempre hay y existe el otro lado.

Aquí no hay alegria o tristeza. Aquí existe alegría y tristeza, belleza y fealdad. Esta linda mariposa y fea oruga me enseñó eso. Observa  la fealdad en tu vida y verás que probablemente verás belleza y sentirás esa brisa suave, esa libertad que no quiere enseñar la colorida mariposa. La naturaleza nos provee de lo que necesitamos y además nos envía mensajes si le damos la oportunidad y no nos exige mucho. Me lo comentó un buen amigo mientras planeábamos un nuevo espacio.

Esta semana me he encontrado en el suelo en dos sitios diferentes dos mariposas y pude escuchar su susurro. Ellas me han compartido sus secretos, hoy te he contado uno. Así que te las voy a enseñar para que estés  atento, pues a lo mejor hay muchas mariposas ahí fuera esperando por ti para susurrarte algo.

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