La palabra compromiso deriva del término latino compromissum y se utiliza para describir a una obligación que se ha contraído o a una palabra ya dada. Para que exista un compromiso es necesario que haya conocimiento. Es decir, no podemos estar comprometidos a hacer algo si desconocemos los aspectos de ese compromiso, es decir las obligaciones que supone. De todas formas se considera que una persona está realmente comprometida con un proyecto cuando actúa en pos de alcanzar objetivos por encima de lo que se espera.

Vivimos en una sociedad dónde nos enseñan el valor del compromiso. Nos comprometemos desde pequeños con nuestros padres, con el colegio, con nuestros amigos, con las responsabilidades que la vida nos va exigiendo. Valoramos lo que es el compromiso y hacemos todo lo posible para alcanzar esos objetivos.

Pero ¿ Sabemos comprometernos con nosotros mismos? ¿ Sabemos escuchar nuestras necesidades? ¿ Asumimos la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos?

Parece que esto es más difícil, comprometernos con nosotros mismos. Saber establecer límites, escuchar mis necesidades físicas, emocionales, tener claro mis objetivos.

Durante mi experiencia profesional, personal me doy cuenta que si nos comprometiéramos con nosotros mismos probablemente el sufrimiento no estaría tan presente en nuestras vidas. Sabríamos escucharnos para hacer una valoración  del momento en que nos encontramos para poder manejar nuestros propios ritmos.

Nos comprometemos con nuestro trabajo, con nuestras amistades pero cuando se trata de comprometernos con nosotros parece que siempre hay excusas para no llevar a cabo el compromiso que tenemos. Comprometerme conmigo, con mi cuerpo, con mi mente y con mi espíritu. Tener en cuenta cada una de estas áreas. Todas son importantes y debemos prestarles atención y mimo.

Una buena manera de hacerlo en sacar un ratito del día para esa cita tan importante que eres TÚ.

En mi agenda pondré: CITA CONMIGO, te invito a hacerlo. Cuando lo pruebes verás que te quedará gustando.