Hoy vuelvo a escribir. Las líneas a veces no fluyen como nos gustaría, parece que las letras no quieren salir y los sentimientos se esconden. En nuestra vida es igual, a veces no podemos expresarnos ni fluyen las palabras, ni brotan las emociones. Vivimos en un constante cambio y ese cambio nos asusta. Nada se mantiene estable al igual que nuestro estado de ánimo. A veces podemos estar muy bien y luego no estarlo. No nos gusta esa sensación. Nos asusta y queremos volver a ese estado que nos relaja. No tenemos paciencia para que las cosas fluyan.

En consulta veo la dificultad que presentan los pacientes para poder conectar consigo mismos, y para poderse escuchar. Incluso yo diría que nos cuesta escucharnos a nosotros, a los demás y tenemos dificultad para respetar los tiempos y los plazos. La pregunta es común en todos: ¿ Cuánto durará este proceso, será largo?

Nos cuesta dedicar tiempo a algo y que los resultados no sean inmediatos. En la psicoterapia a veces deseamos ver resultados inmediatos, pero para conocernos y escucharnos necesitamos tiempo.

¿ Nos conocemos? ¿ Sabemos cuáles son nuestros límites o cuáles son nuestras fortalezas? ¿ Aceptamos el vértigo en nuestra vida o le huimos? ¿ Estamos dispuestos a dedicarnos tiempo y tener la paciencia de esperar?

Reconozco que parecen preguntas fáciles de contestar pero no lo son. Nuestra montaña rusa interna algunas veces no nos permite valorarlo. Los altibajos por lo que atravesamos nos impiden ver el horizonte. Esos altos nos encantan, nos suben y nos extasían. Pero cuándo bajamos, no nos gusta y nos atemoriza la sensación de que será algo permanente y que no va a desaparecer. La inmediatez nos atrae, queremos ver resultados YA.

Nos gusta la certeza, la sensación de control, de saber que viene después y de saber reaccionar ante la vida sin despeluzarnos. Pero la vida, esa traicionera, nos despeluca, nos sorprende, nos enseña que vivir implica soportar la sorpresa, el descontrol a veces, la incertidumbre, los cambios, etc.

Queremos vivir estables, sin sensaciones vertiginosas. ¿ Cómo sería tu vida si escucharas siempre la misma melodía?

Estamos acostumbrados a la inmediatez, esta cultura lo fomenta. Todo es YA.

La vida nos dice….. todo lleva su tiempo, no todo tiene el mismo ritmo y a veces tenemos que esperar.

La paciencia… Asignatura obligatoria para el manual de vida. Parece que en el deporte tenemos paciencia, los resultados en el gimnasio no son inmediatos y estamos dispuestos a esperar.

Pero… ¿ Con nuestro proceso terapéutico? A veces la prisa no solo es del paciente sino del propio terapeuta, Reconozco que me entran muchas veces las prisas, la necesidad de que todo fluya rápido y que no sea algo costoso a todos los niveles. Los terapeutas también tenemos que aprender a esperar, a respetar los ritmos, a ser pacientes.

Creo que esta cualidad se entrena practicándola. Practicando con nosotros mismos, respetando nuestros estados de ánimo y respetar el ritmo de los demás.

Te invito a entrenar tu paciencia en la cotidianidad, mientras conduces, mientras esperas, mientras te relacionas, etc.

PA-CIEN-CIA