A veces nos empeñamos en sellar las relaciones, en forzar mantenerse unidos. Relaciones de diversa índole están contagiadas algunas veces de este mal. El mal de no poder tener opciones, elecciones, sino simplemente la imposición de tener que estar. Querer estar sin desear, querer estar con ropa apretada, con zapatos estrechos, con el corazón exhausto y con falta de aire. Nos metemos a la fuerza y nos vamos acomodando a la incomodidad.

Cuando en realidad el amor y la magia aparecen cuando menos te lo esperas, sin avisar, sacudiéndonos el alma sin necesidad de certeza, solo con la convicción de querer estar juntos. Es un traje suelto, unos zapatos anchos, una tela sedosa. Simplemente fluye, sin necesidad de forzar. No hace falta esfuerzos, todo es como una brisa que refresca.

Creo en las alas, en la libertad. En el amor por deseo y no por obligación. Creo en las relaciones que construyen  alas,  que las ejercitan, que despegan, que avanzan y que descubren.

Somos seres libres que nos unimos desde la libertad, desde el deseo de establecer algo en común con el compromiso de permanecer unidos si nos sentimos cómodos. Eso alivia bastante, tranquiliza, te permite saber que quien tienes a tu lado te acompaña porque se siente bien y viceversa.

Me encantan las alas, las cuido, las mimo, las acaricio y las valoro. Me gustan las relaciones aladas…