En la vida tenemos que decidir y decidir ser feliz. A veces nos cuesta mucho tomar decisiones y nos empeñamos en buscar consejos en los demás para que nos ayuden a decidir. Cuando alguien viene a consulta, está esperando que yo tenga esa receta, esa pauta, ese consejo, esa varita mágica que cambie las cosas y que de repente la solución aparezca. Que esa solución venga mágicamente de afuera. Y creo firmemente que la solución la tiene el paciente y no el terapeuta. Tú eres el responsable de decidir que quieres, que dejas, que asumes, etc.
Carl Rogers decía: ” El zapato que le va bien a una persona, es estrecho para otra; no hay receta para la vida que vaya bien para todos.” Esa reflexión me ha ayudado mucho en el ejercicio de la psicoterapia, pues ante todo me encuentro con un ser único, con sentimientos propios, vivencias individuales, que merecen todo mi respeto para ser tratado de una manera propia y particular.
Cada ser humano que toca mi puerta, lo trato con mimo, con atención y delicadeza. Creo mucho en la sanción del otro a través del amor. Muchas veces lo único que necesitamos es que nos escuchen, que nos atiendan y ese primer encuentro en algunos casos sana.
Hay diversas heridas, diversos tamaños, intensidades de dolor y por ello el tiempo de cada uno es distinto. Al igual que hay muchas formas de abordar ese sufrimiento. Cada uno marca su ritmo, tiene su tiempo. Me ha costado entenderlo pues me he dejado contagiar por la prisa de querer que el sufrimiento del otro desaparezca.
Pienso y siento que es importante decidir, que es importante dar ese paso y arriesgarse.
Así que termino con esta frase que compartió un alma que tengo muy cerca.: ” ¿ Tomas algo para ser feliz? Sí, decisiones.”
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