Hoy en el coche me di cuenta de algo que siempre he pensado: las cosas que creamos y que construimos reflejan estados de ánimo nuestros y reflejan lo que se respira en ese momento en el contexto social. Si nos fijamos en la pintura, en la literatura, en la arquitectura nos damos cuenta que lo que sucede ( dentro y fuera) influenciará cada creación. Cada invento se desarrolla teniendo en cuenta las necesidades que la sociedad demanda, de acuerdo con el ritmo de vida, con la cultura, los movimientos sociales, etc.

Así que hoy en la carretera miré el semáforo y recorde una analogía que suelo usar sobre el paralelismo de las señales de tráfico con respecto a las señales nuestras y de los demás. Existen muchas señales y cada una de ellas indica algo, lo mismo sucede cuando me relaciono con los demás. cada uno de nos emite las suyas que en algún caso serán comunes pero en otros casos será algo muy particular de cada persona.

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El semáforo (palabra de origen griego: «σῆμα (sema)», que significa señal, y «φόρος (foros)», que significa portador, es decir, semáforo es lo que “lleva las señales”) tiene 3 colores que nos indican diferentes cosas, el rojo que tenemos que parar, el amarillo peligro y el verde que podemos continuar. En nuestra vida también nos encontramos estas señales pero realmente ¿les hacemos caso? ¿Somos conscientes de ellas? Muchas veces estas señales vienen escondidas en síntomas físicos o en estados emocionales pero nos cuesta aprender a identificarlos, al igual que muchas veces nos cuesta identificar las señales del otro.

Así que cuando me detuve en el semáforo quise conocer la historia de este invento para entender el porque de su origen. El semáforo es un instrumento vital para el orden de las ciudades y para poder vivir en ellas fluidamente. Sin embargo en los primeros años del siglo pasado existía un caos en las carreteras ante la inexistencia de éste. Las carretas tiradas por caballos y los primeros automóviles ocasionaban múltiples accidentes, y el paso por las calles se hacía imposible. Debido a la proliferación de coches, el 4 de agosto de 1914 se instaló el primer semáforo “moderno” en Estados Unidos. Los primeros semáforos de tres luces aparecieron en 1920 en las calles de Detroit, en semáforos de cuatro direcciones y en Nueva York, donde se pusieron a prueba en la Quinta Avenida. En ese contexto se inventó el semáforo, ante la necesidad de orden y seguridad ante el inminente crecimiento de la población.

Así que al observarlo vino a mi mente los viajes que he realizado y las características del tráfico en cada país, en cada ciudad. Parece que el trafico refleja un poco la idiosincracia del país,  la actividad productiva, el cumplimiento de las señales varia de un país a otro y el respeto hacia los demás también es un elemento a diferenciar. ¿ Cómo conduzco? ¿Noto alguna diferencia en mi estado de ánimo cuando conduzco? ¿Qué siento en un atasco? ¿ Como son mis sensaciones corporales? ¿ Cómo me relaciono con los peatones y demás conductores? ¿ Me gusta dirigir al otro cuando no conduzco yo? ¿ Cual es el uso que le doy a la pita? Así habría infinidad de preguntas que van definiendo mi forma de conducir, mi forma de dirigir mi vida.

Me parece importante entender que esta señal permite una convivencia en armonía, donde cada uno dirige su vida hacia las direcciones que elija pero entendiendo que cada acto tendrá una consecuencia. En nuestra vida existe ese semáforo interno que me permite relacionarme con las personas, con las situaciones de una manera mas sana y fluida. Cuando entendemos nuestros ritmos y los ritmos del otro, cuando reconocemos nuestras señales y cuando podemos percibir y respetar las del otro, nuestra relación con nosotros mismos y con los demás será diferente.En el caso concreto del semáforo, me gustaría reflexionar sobre ese semáforo interno que tenemos y cómo vivimos cada uno de los colores que lo componen. Esa señal que tenemos dentro que nos va marcando ritmos que a veces no escuchamos y nos lo saltamos.

¿ Cómo vivimos el color rojo? Cuando el semáforo está en rojo, ese rojo que nos indica parar, detenernos. Existe un riesgo muy alto si nos lo saltamos  y seguimos. Es una parada obligada y no elegida. Algo de fuera me emite una orden que debo cumplir para evitar consecuencias. Algunas veces no tengo paciencia en la espera, en otros casos aprovecho y disfruto de la espera o me resigno a ella, pero en otros casos me arriesgo y me lo salto. En nuestras vidas existen momentos donde nos vemos obligados a parar, en una enfermedad por ejemplo no puedo continuar con la rutina que tenia establecida y me tengo la obligación de parar. Enfermedad, ruptura, cambios, pueden ser algunos ejemplos de estas paradas obligadas que me presenta la vida. ¿ Cómo me siento? ¿ Qué me produce tener que detenerme y no poder seguir el rumbo? ¿ Me respeto y espero? ¿ O no tengo paciencia y continuo? Observa situaciones en tu vida que has tenido que parar y no ha sido una elección tuya. ¿Cómo me siento cuando alguien me emite una señal de parar de no continuar?

Cuando el semáforo esta en amarillo o ámbar nos obliga a detenernos y en el caso de no tener tiempo para hacerlo justo antes de la línea de detención, pasar con precaución/ceda el paso. En nuestras vidas nos encontramos con este dilema muchas veces, es un estado que nos invita a parar o a continuar dependiendo de cuando es percibido. ¿Somos conscientes de ese amarillo en nuestras vidas?  ¿ Respetamos ese momento? Esas situaciones que me incomodan y me invitan a tomar una decisión. Quizá este estado es menos perceptible que el verde o el rojo que son mas evidentes o que son señales mas claras. Esas situaciones que tienen un peligro oculto y que me pueden generar malestar, queriendo que pase al siguiente color. En el caso del semáforo real sólo dura 3 segundos, pero en nuestra vida estos estados duran mas tiempo. Aquí hago un paralelismo con la psicoterapia y lo relaciono con la decisión de iniciar la terapia. Ese momento donde se puede sentir que hay un peligro o algo que no va bien y se necesita de un tiempo para continuar.

El semaforo en verde indica que podemos avanzar, puesto que no hay obstáculos. Es un fluir sin obstáculos, un continuar, pero acaso todos lo vivimos igual? Habrá personas que necesitan un descanso para continuar, sin embargo habrá personas que el seguir les relaja.

Cada uno de nosotros vamos experimentando cosas y nos vamos relacionando, todo esto va enriqueciendo nuestro mundo interno,  voy acumulando vivencias y estas vivencias vienen acompañadas de señales. Dependiendo de como las he vivido las interpreto. Lo que para alguien puede ser generador de malestar para mi puede ser algo beneficioso. La vida es un viaje.

Ya se cambio a verde, nos vemos en la carretera.